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 “Cien años de soledad” es Del llamado en género de ficción Realismo Mágico, consolidado  en  los  setenta. Cultivado principalmente por los novelistas iberoamericanos. El realismo mágico en América Latina es la combinación de muchos aspectos socio-culturales, con mitologías, creencias religiosas, magia y tradiciones populares. Durante los años, esto creó que muchos escritores latinoamericanos como Gabriel García Márquez, Vargas Llosa, Fuentes, Cabrera Infante, Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, y muchos más, cuestionaran este punto de vista, y como resultado nació el realismo mágico.

Funde la realidad narrativa con elementos fantásticos y fabulosos para exagerar su aparente discordancia. La  creación  de  mundos  que  parten  de  la  realidad  pero  adquieren  matices  irreales  o  se  presentan  como  tales, pasando los límites de la racionalidad, lo que hace de la obra más de lo que aparenta. También  se  da las  vivencias  de  los  personajes  y  en  su  forma  de  ver  el  mundo. El reto que esto supone para la noción de la "realidad" lleva implícito un cuestionamiento de la "verdad" que a su vez puede profundizar de manera deliberada el texto y las palabras, y en ocasiones la autoridad de la propia novela.

Es decir, en Macondo ocurren los hechos más extraordinarios, como por ejemplo: se descubre un galeón varado a doce kilómetros del mar, hay una epidemia de olvido, y sin ir más lejos la subida entre sábanas blancas de Remedios la hermosa.

Pero el realismo mágico no es una literatura mágica porque su fin no es de suscitar emociones, sino de expresarlas. El realismo mágico es, más que nada, una actitud ante la realidad. La estrategia del escritor consiste en sugerir un clima sobrenatural sin apartarse de la naturaleza y su táctica es deformar la realidad: personajes, cosas, acontecimientos son reconocibles y razonables, pero como el narrador se propone a provocar sentimientos de extrañeza desconoce lo que ve y se abstiene de aclaraciones lógicas.

“Las cosas tienen vida propia - pregonaba el gitano con áspero acento-, todo es cuestión de despertarle el ánima.”