Respuesta :

En las últimas yugadas de la primavera

sembré  mi quinua. En las noches descienden los enjambres de Sagitario con instrumentos de labranza; trabajan en la cúspide del tallo intercalándose a los agricultores de Orión  y a los técnicos de las Pléyades; construyen represas y acueductos y abren cavidades para depositar la combustión  desparramada de la cosmoenergía.   Las raíces presionan a los líquidos para que se apuren en el acarreo de los solubles, las hojas sintetizan las  cadenas biocorpusculares dándose la mano con las formas que las esperan en los alveolos donde se originan  las flores.   Mi Padresol, permite las deviaciones levógiras y dextrógiras  de las oxidaciones; mi Padresol aprovecha de la Luna para graduar la energías que les remite; mi Padresol, con su rotación determina el fin de la inflorescencia y guía a los ovarios en la recepción del polen mi Padresol, dona el vestuario  para el matrimonio masivo; mi Padresol, conglomera a los recién nacidos en la cumbre de la planta y recibe uno a uno el homenaje de sus hijos.   Con agua, y estregar de manos decortizo la quinua; ayer, aún en tallo, la golpeamos con palos; semanas antes se la arrancó de raíz; mañana será molida, ¡Perdón, perdón!   Mis leucocitos tienen quinua blanca, mis hematíes, quinua roja: los sagrados colores de mi símbolo: ¡cuántos millones de banderitas en mi sangre!