Respuesta :

La epístola tiene un tono confesional y autobiográfico; acusa neta influencia italiana y se hace eco del neoplatonismo muy en boga durante el Renacimiento:
1º   Estrofa: Es una exposición del amor platónico de Amarilis que termina afirmando que su corazón se entretendrá, en la espera de su amado Belardo.
Tanto como la vista, la noticia
de grandes cosas suele las más veces
al alma tiernamente aficionarla,
que no hace el amor siempre justicia,
no los ojos a veces son jueces
del valor de la cosa para amarla:
mas suele en los oídos retratarla
con tal virtud y adorno,
haciendo en los sentidos un soborno
( aunque distinto tengan al sujeto,
que en todo y en sus partes es perfecto),
que los inflama a todos,
y busca luego artificiosos modos,
con que pueda entenderse
el corazón, que piensa entretenerse,
con dulce imaginar para alentarse
sin mirar que no puede
amor si esperanza sustentarse.  
2º Estrofa: en esta segunda estrofa vuelve a reiterar su amor platónico a Belardo, un amor puro, esbelto e intenso, semejante a los amores imposibles como el de Petrarca por Laura, de Garcilaso por Isabel de Freyre.
El sustentarse amor sin esperanza,
es fineza tan rara, que quisiera saber si en algún pecho se ha hallado,
que las mas veces la desconfianza
amortigua la llama que pudiera
obligar con ama lo deseado;
más nunca tuve por dichoso estado
amar bienes posibles,
sino aquellos que son mas imposibles.
A éstos ha de amar un alma osada;
pues para más alteza fue criada
que la que el mundo enseña; y así quiero hacer una reseña
de amor dificultoso,
que sin pensar desvela mi reposo,
amando a quien no veo y me lastima;
ved que extraños contrarios,
venidos de otro mundo y de otro clima.

mab99
Fragmentos de la Epístola a Belardo

Tanto como la vista, la noticia
de grandes cosas suele las más veces
al alma tiernamente aficionarla,
que no hace el amor siempre justicia,
ni los ojos a veces son jueces
del valor de la cosa para amarla:
mas suele en los oídos retratarla
con tal virtud y adorno,
haciendo en los sentidos un soborno
que los inflama a todos
y busca luego aficiosos modos,
con el que pueda entenderse
el corazón, que piensa entretenerse,
con dulce imaginar para alentarse
sin mirar que no puede
amor sin esperanza sustentarse.
Al fin de éste, donde el Sur me esconde
oí, Belardo, tus conceptos bellos,
tu dulzura y estilo milagroso;
vi con cuánto favor te corresponde
el que vio de su Dafne los cabellos
trocados de su daño en lauro umbroso
y admirando tu ingenio portentoso,
no puedo reportarme
del descubrirme a ti, y a mí dañarme.
Mas ¿qué daño podría nadie hacerme
que tu valer no pueda defenderme?
Y tendré gran disculpa,
si el amarte sin verte, fuera culpa,
que el mismo que lo hace,
probó primero el lazo en que me enlace,
durando para siempre las memorias
de los sucesos tristes,
que en su vergüenza cuentan las historias.
Esto mi voluntad te da y ofrece
y ojalá yo pudiera con mis obras
hacerte prendas de mayor estima:
mas dionde tanto se merece,
de nadie no recibes, sino cobras
lo que te debe el mundo en prosa y rima.
He querido, pues viéndote en la cima
del alcázar de Apolo,
como su propio dueño, único y solo,
pedirte un don, que te agradezca el cielo,
para bien de tu alma y mi consuelo.
No te alborotes, tente,
que te aseguro bien que te contente,
cuando vieres mi intento,
y sé que lo harás con gran contento,
que al liberal no importa para asirle,
significar pobrezas,
pues con que más se agrada es con pedirle.
Versos cansados, ¿qué furor os
lleva a ser sujetos de simpleza indiana
y a poneros en brazos de Belardo?
Al fin, aunque amarguéis, por fruta nueva,
os vendrán vuestro gusto bronco y tardo;
el ingenio gallardo,
en cuya mesa habéis de ser honrados,
hará vuiestros intentos deisculpados:
navegad, buen viaje, haced la vela
guiad un alma, que sin alas vuela.