Arcaísmo: Es el uso de palabras anticuadas, de voces que ya han quedado
atrás en la carrera de los siglos y en el desarrollo literario. Un
idioma es un elemento vivo que evoluciona con mayor o menor dinamismo,
quedando unos vocablos desusados u olvidados y apareciendo otros, sea
para sustituirlos o para responder a nuevas realidades. Así en
castellano antiguo encontramos vocablos como magüer, asaz, fazaña,
otrosí, que no son utilizados en la actualidad y causarían hoy la misma
extrañeza que un individuo vestido con calzas y jubón. Entre los
clásicos españoles, el historiador Juan de Mariana era aficionado a los
arcaísmos, en cambio, Cervantes se burlaba de ellos.
El neolgismo es el empleo de voces nuevas, cuya condición fundamental es
la de ser necesarias, y también inteligibles, sonoras y conformes con
el idioma. En efecto, la aparición de nuevas técnicas, de nuevos
productos, e incluso de nuevas ideas, trae consigo la aparición de
nuevos nombres.
Un neologismo se introduce en un idioma debido a la necesidad de dar
nombre a nuevos objetos descubiertos o creados por la técnica humana; en
este último caso sirven a la ciencia y se llaman tecnicismos. Casi
siempre provienen del griego, como telégrafo, termómetro; del latín,
como espéculo, coágulo o de ambos a la vez, como televisión o
pluviómetro. Los lexicógrafos puritanos lo han considerado peligroso y
corruptor del habla; y por ello, el neologismo ha sido considerado vicio
de dicción, aunque no todos los neologismos corrompen nuestra lengua;
pues hay algunos que la enriquecen.