Virgen de Chapi
Patrona
de Arequipa, su festividad principal se celebra el 1 de mayo, aunque
también se celebra el 2 de febrero, día de la Virgen Candelaria, el 8 de
setiembre, día de la Natividad de María y el 8 de diciembre, día de la
Inmaculada Concepción.
Algunos aseguran que el origen del culto se remonta al siglo XVII,
cuando erupciona el volcán Huayna Putina llevándose con su lava ardiente
el pueblo de Accauhua, ubicado a pocos kilómetros de lo que hoy es
Omate, en el departamento de Moquegua. Entonces, un buen número de
habitantes de la zona, sobre todo de la huaca Churajón, que portaban
consigo la imagen de la Virgen de la Purificación o Virgen de la
Candelaria, caminaron por el árido desierto hasta que decidieron
asentarse en Yarahua, aproximadamente a cinco y medio kilómetros del
actual santuario.
En medio de cerros abruptos y escarpados, escasos cactus y con un sol
impenitente, los caminantes descubrieron un pequeño ojo de agua. Ahí
mismo se quedaron y levantaron un tambo, ideal para dar posada a los
arrieros que se movilizaban entre Arequipa y Moquegua. Construyeron
inmediatamente una pequeña ermita para la sagrada imagen, bajo la
advocación de la Virgen de la Candelaria de Cheipi, nombre de la
quebrada en la que construyeron sus rústicas casas. Fueron los arrieros
que iban y venían, quienes se encargaron de difundir las bondades de la
milagrosa imagen.
Gente de pueblos vecinos, asombrada por las fantásticas historias que se
contaban sobre la Virgen, empezó a visitar el lugar. Sobre todo para la
celebración principal, el jueves anterior al inicio de Cuaresma -es
decir, el Jueves de Comadres o jueves anterior al domingo de
carnavales-. Cuando los fieles hicieron de Cheipi un lugar de
peregrinación, se edificó la primera capilla, en piedra y barro,
conocida en la actualidad como Capilla Vieja. La palabra cheipi se
castellanizó por chapi, nombre que ahora llevan no sólo el santuario
sino también la zona.
En 1798 el párroco de Pocsi Juan de Dios José Tamayo, tras recibir un
sinnúmero de quejas de los vecinos de Chapi Viejo -a cinco kilómetros y
medio del actual santuario-, sobre la lejanía y aislamiento en el que se
encontraba el lugar, decidió llevar la imagen al pueblo de Sogay.
Además alegaba que con motivo de la fiesta de febrero la multitud de
peregrinos, en vez de dedicarse a la oración, hacía desmanes, ocupando
su tiempo en borracheras, provocando desorden y dando bochornosos
espectáculos.
Se formó una comisión integrada por pobladores de Sogay y Chapi Viejo
para la procesión de traslado. El camino era largo y por un terreno
accidentado. Tras andar casi una legua, descansaron y al retomar la
marcha se encontraron con una ligera pendiente, antes de comenzar
nuevamente con el ascenso que los llevaría a La Escalerilla (lugar del
actual Chapi). Entonces ocurrió algo inesperado: una fuerte lluvia de
arena blanca y fina hizo que los cargadores no pudieran ver más allá de
sus narices. Se detuvieron esperando que el extraño fenómeno cesara.
Cuando el blanco mar de arena había desaparecido en medio del desierto,
los cargadores decidieron continuar con su travesía. Intentaron levantar
las andas de la Virgen varias veces, pero no pudieron lograrlo. Por más
esfuerzos que hicieron, la imagen no se movió un palmo. Lo intentaron
una y otra vez, se dieron cuenta que este fenómeno no era cosa natural.
El milagro puso en vilo sus almas y dejó helados sus cuerpos, pues la
Virgen estaba expresando su voluntad de quedarse en aquel lugar
solitario y silencioso, el mismo que hoy en día conocemos como el
Santuario de Chapi. Los pobladores de Chapi, fueron los primeros en
rendirle devoción a la Santísima Virgen, sobre cuya notable imagen no
dejaban de arremolinarse el viento y la arena de esta zona desértica del
sur del país.
La noticia del milagro corrió por todos los pueblos. Pronto acudieron
peregrinos del sur y del norte y la devoción a la Virgen de Chapi creció
más rápido de lo que cualquiera pudiese imaginar. Arrieros y campesinos
levantaron una humilde y rústica capilla con muros de piedra y barro y
la techaron con paja. Estuvo en pie el 13 de agosto de 1868, hasta que
un fuerte terremoto sacudió Arequipa; la capilla se vino a tierra pero
la Virgen fue encontrada ilesa.
El mismo año del terremoto (1868) se inició la construcción de un nuevo
templo, con la ayuda de los chapeños y los hijos del pueblo de
Yarabamba. Fue inaugurado durante la fiesta de la mamacha Candelaria en
1869.
En el año de 1893, bajo la supervisión del párroco de Pocsi, Emeterio
Retamozo, se empezó a levantar un templo de mayores dimensiones. Sus
paredes serían de blanco sillar y el techo de reluciente calamina.
También se construyeron habitaciones para dar posada a los peregrinos.
La obra se concluyó en 1898 y hoy se le llama a esta construcción
«Iglesia Vieja». El templo fue restaurado en 1922 tras el incendio y el
terremoto del mismo año.
A partir de 1940, tras la conformación de un comité para la construcción
del nuevo templo, no cesó el entusiasmo y se edificó un templo de
mayores dimensiones y comodidades para la Santísima Virgen. En 1964 las
obras se terminaron, su estructura ahora es de fierro, ladrillo, cemento
y sillar.
La imagen de la Virgen de Chapi mide 1.25 metros, la corona de oro que
lleva en su cabeza hace que parezca más alta. Su vestimenta es rica y
colorida; tiene variadas túnicas con aplicaciones de piedras preciosas y
bordados de hilos de oro. Posee además infinidad de mantos bellamente
adornados, uno de los cuales tiene bordado el escudo de Arequipa. Desde
1985 luce un rosario de oro obsequiado por Juan Pablo II. La virgen
lleva en su brazo izquierdo al niño Jesús y una canastita primorosamente
tejida con dos palomas hechas con plumas de aves y un cetro de oro. En
el brazo derecho carga otra canastilla más pequeña con dos pichones de
paloma blanca.