Una molécula es una composición
establecida y estructurada de átomos que representa el segmento más pequeño de
una sustancia y presenta todas las propiedades químicas y físicas de la misma.
La naturaleza eléctrica de una molécula
nos permite clasificarla como:
→ Polar: cuando esta
cargado positivamente (con protones, las partículas de energía positiva de la
organización electrónica de una sustancia) uno de sus lados y en el otro,
negativamente.
Un
ejemplo de sustancia polar es el agua, ya que tiene un par de zonas, ambas con
cargas diferentes. Su naturaleza polar le permite albergar solo moléculas
polares. Cabe acotar que el disolvente (o solvente) polar por excelencia es el
agua, de modo que las sustancias polares son hidrosolubles o hidrófilas (afines
al agua) mientras que las no polares son hidrófobas (no son afines al agua).
→ Apolar: es el nombre de las moléculas cuyas cargas son nulas, es
decir, no existen. Una sustancia apolar es hidrófoba, y por lo tanto, no se
divuelve en agua. Un ejemplo es el aceite.
Otra clase
de distribución de cargas es:
→ Dipolar: cuyo carácter depende de la presencia de enlaces polares.
El momento dipolar se mide sumando cada momento dipolar que se origina en cada
enlace polar.
La polaridad
eléctrica y su importancia
La polaridad
eléctrica es un factor fundamental de la distribución de las moléculas
biológicas en estructuras supramoleculares, como las membranas de bicapa en las
células animales, morfológicamente constituidas por moléculas de lípidos que
tienen una parte polar y otra no polar, de modo que son moléculas anfipáticas.