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EL MUNDO DE JAHAREra un chaval encantador con un futuro brillante. Pero nadie supo ver el dolor que escondía el monstruo en el que se convirtió. Por Janet ReitmanPeter Payack se despertó a las 4 de la mañana del 19 de abril de 2013 y vio en su tele la granulada foto, tomada por una cámara de seguridad, del chaval saliendo de un pequeño supermercado. El chico, identificado como "Sospechoso nº 2" en el atentado de Boston, le pareció familiar a Payack, entrenador de lucha libre en el colegio Cambridge Rindge and Latin. Por otro lado, hay un millón de chavales delgaduchos con rasgos vagamente étnicos y sudaderas grises con capucha en el área de Boston, y la mitad de la ciudad probablemente pensó que había reconocido al sospechoso. Payack, que estaba cerca de la meta de la maratón el día de las explosiones y perdió la mitad de su capacidad auditiva, apenas había dormido en cuatro días. Pero estaba demasiado agitado para volver a la cama. A la mañana siguiente, le llamó su hijo: ¿El chico de la foto? "Papá, es Jahar"."Fue como si me atravesaran el corazón con una bala", recuerda el entrenador. "Pensar que un chico al que habíamos cuidado y amado como a un hijo pudo ser responsable de toda esa muerte fue más que impactante. Como una realidad paralela".La gente en Cambridge (Massachussetts) veía a Dzhokhar Tsarnaev –Jahar para sus amigos- como un chico de 19 años guapo, de pelo alborotado, maneras amables, ojos marrones conmovedores y el tipo de timidez y tranquilidad que le convertía "en un pavo con el que siempre lo pasabas bien", dice un amigo suyo. Era el capitán del equipo de lucha de Cambridge Rindge and Latin y un estudiante prometedor. También era "un chaval americano normal", como le describen sus amigos, al que le gustaba el fútbol, el hip-hop, las chicas; estaba obsesionado con The  walking dead y Juego de tronos y fumaba grandes cantidades de marihuana.Payack miró a su televisión, tratando de conciliar a Dzhokhar, el terrorista acusado de actos indescriptibles, con el chico adolescente que tenía su apodo norteamericano, Jahar, cosido en su chaqueta de lucha libre. La que llevaba siempre. Esa misma tarde, Payack habló con la CNN, a través de la cual hizo un llamamiento directo. “"ahar, aquí el entrenador Payack. Ya ha habido suficiente muerte y destrucción. Por favor, entrégate".En ese preciso instante, al oeste de Cambridge, en Watertown, Jahar Tsarnaev permanecía tumbado sangrando en el suelo de una lancha motora aparcada en un jardín. Había sido herido poco después de la medianoche en un violento enfrentamiento con la policía en el que murió su hermano de 26 años, Tamerlan. Durante las siguientes 18 horas, permaneció silenciosamente en el barco, mientras miles de agentes peinaban una zona de 20 manzanas. Le encontraron poco más tarde de las 6 de la tarde, aunque los negociadores del FBI necesitaron otras tres horas para persuadirle de que se rindiera.A la mañana siguiente, Payack recibió un mensaje de texto de uno de los negociadores del FBI. Había oído el llamamiento televisado de Payack, y le contó que había usado su nombre cuando hablaba con Jahar. "Creo que eso ayudó", le dijo el agente, para alivio de Payack. "Tal vez, al decirle a Jahar que yo estaba pensando en él, le di cierta pausa", dice Payack. "Tal vez se veía yéndose como un mártir por la causa, pero de repente apareció alguien de su pasado, un pasado que le gustaba, en el que encajaba, y eso le tocó un punto débil".Cuando los investigadores pudieron llegar al barco, descubrieron una diatriba yihadista garabateada en sus paredes. En ella, de acuerdo a la acusación desvelada a finales de junio, Jahar parecía responsabilizarse de las explosiones, aún admitiendo que no le gustó que murieran personas inocentes. Pero "el gobierno de EE UU está matando a nuestros civiles inocentes", escribió, refiriéndose supuestamente a los musulmanes de Irak y Afganistán. "No puedo soportar que semejante maldad quede sin castigo... Nosotros los musulmanes somos un cuerpo, si hieres a uno, nos hieres a todos", continuó, haciéndose eco de un sentimiento citado de manera tan frecuente por los militantes islámicos que casi se ha convertido en un cliché. Luego se desvió ligeramente del guión estándar, escribiendo una declaración que no dejaba lugar a dudas en cuanto a sus lealtades: "Que le den por culo a América".