Tres fueron los personajes
que más iban a influir en los acontecimientos que se iban a suceder a lo
largo del siglo XX, tanto en lo social como en lo económico, en
especial, gracias al estudio de la mente humana que tuvo como
consecuencia el conocimiento de las razones de su comportamiento, merced
a las averiguaciones sobre los hechos que le inducían a la realización
de sus actos. Teorías que al no poder ser rebatidas de forma
contundente, terminaron por aceptarse y en ellas encontrar qué es lo que
inducía al ser humano a sus habituales reacciones dentro de la
sociedad.
Sigmund Freud, con sus estudios sobre el psicoanálisis
basado en la explicación de los sueños, encontró un simbolismo que
delataba las acciones del hombre dentro del medio en que se relacionaba.
Es lo que se llamó el racionalismo, básicamente fundamentado en la
razón de sus actos y en sus efectos, y que posteriormente fue
evolucionando de forma surrealista, de la que nuestro paisano Salvador
Dalí fue un claro ejemplo.
Carlos Marx argumentó la necesidad del
materialismo dialéctico abandonando el simbolismo, cuyas razones
llevadas a la práctica no solucionaba la problemática existente en la
sociedad del momento, ofertando como solución el marxismo por el que
muchos lucharon convencidos de su éxito, pero que con el paso del siglo
demostró su fracaso.
Y Albert Einstein, que con su teoría de la
relatividad demostró que el factor tiempo era el que condicionaba las
dificultades planteadas por la sociedad.
Y en este contexto de
nuevas reflexiones para afrontar un nuevo siglo, los acontecimientos que
sucedieron dieron aún un mayor empuje a su perentoria necesidad para su
puesta en práctica.