Respuesta :

Tetee

Jorge Luis Borges, más que nadie, ha promovido la reacción en contra del criollismo mediante sus cuentos filosóficos que lucen una visión de mundo magicorrealista y que se han asociado (en varios casos equivocadamente) con la literatura fantástica. “El jardín de senderos que se bifurcan” es uno de sus cuentos más representativos y apreciados por el ingenioso entretejimiento de sus ideas filosóficas con los ingredientes del cuento detectivesco: el misterio, los muertos, la fuga, la persecución, el suspenso y el castigo del criminal. Igual que en las historias de Sherlock Holmes y de Fu Man Chu, Borges desafía al lector a una competencia intelectual, sólo que Borges escribe para un público mucho más selecto y la competencia es más ardua. Partiendo de la trama detectivesca, Borges hilvana un laberinto en que trata de perder al lector. La propia discusión de los laberintos de Ts’ui Pên tiende a distraer la atención del lector de la misión de Yu Tsun. Sólo al final se descubre el propósito del viaje a la casa de Stephen Albert. Sin embargo, las divagaciones son importantes porque contienen las ideas básicas de la filosofía de Borges: el carácter laberíntico del mundo; el eterno regreso o sea la repetición de acontecimientos del pasado; la simultaneidad del pasado, del presente y del futuro; la identidad del hombre con sus antepasados y con todos los hombres; y la anulación del individuo. El concepto del tiempo circular se refuerza por “la luna baja y circular”, el “alto reloj circular” y el “círculo de la lámpara”. Además, el aparte parentético del protagonista hacia el principio del cuento “(...ahora que he burlado a Richard Madden, ahora que mi garganta anhela la cuerda)”, forma el punto de partida del círculo que se cierra en el último párrafo con la frase igualmente insignificante: “he sido condenado a la horca”.