Respuesta :

Los ahuehuetes son una especie originaria de México. Su nombre proviene del náhuatl ahuéhuetl que significa “árbol que nunca envejece” o “árbol viejo de agua” debido a que crecen en lugares donde abunda el agua.
El ciclo de vida del ahuehuete es el de nacer desde una semilla crecer (como un árbol grande y frondoso llega a medir entre los 20 y 30 m de altura y su corteza suele ser café y el follaje de color verde brillante.) después de esto se reproduce como cualquier otro árbol  y muere.

Viejo del agua, qué sería de nuestro país y nuestra cultura sin ti; entrañablemente mexicano, hundes tus raíces en lo profundo del suelo para extraer de él la vital esencia que te da vida.El viejo del agua, nombre común que recibe el ahuehuete, es el árbol nacional de México, condecoración que recibió en 1921 gracias a que se encuentra en prácticamente cualquier lugar de la República, casi desde el nivel del mar (250 msnm en Montemorelos, Nuevo León), hasta más de 2 500 msnm en el Estado de México. Sin embargo, dicha distinción es merecida por mucho más que su amplia distribución geográfica: el ahuehuete es un elemento de la naturaleza indisolublemente ligado a la cultura nacional, desde la época prehispánica hasta nuestros días.La historia de este árbol se remonta a muchos millones de años, más precisamente hasta la era mesozoica, hace entre 100 y 200 millones de años, cuando el grupo de las coníferas, al que pertenece esta especie, dominaba las tierras emergidas, formando impresionantes extensiones de bosques primitivos.La supremacía de las coníferas sobre la tierra terminó hace mucho tiempo debido a la evolución de las plantas con flor, que fueron desplazando lentamente a las gimnospermas (nombre científico que reciben todas las coníferas y otros grupos asociados de plantas con semillas, pero sin flores en sentido estricto), hasta que hoy en día sólo queda una pequeña muestra de la diversidad ancestral de aquellas plantas; tanto es así que del grupo perteneciente al género Taxodium sólo subsisten cuatro especies, incluyendo a nuestro querido ahuehuete, que por cierto es la única especie del género que crece de manera natural en nuestro país.El sabino, como llaman al ahuehuete los españoles dada una cierta semejanza que guarda con la sabina europea (Juniperus sabina), se conoce en el mundo científico como Taxodium mucronatum; Taxoduim proviene del vocablo taxus, que es el antiguo nombre de un árbol cuyas hojas son parecidas a las del ahuehuete: el tejo; mientras mucronatum hace referencia al cono productor de semillas, que posee unas proyecciones cortas y agudas, semejantes a espinas anchas y cortas.La palabra “ahuehuete” proviene del náhuatl a, derivado de atl, “agua”, y huehuetl, “viejo”, por lo que la composición resulta en “viejo del agua”, lo cual nos habla de su extraordinaria longevidad y de sus hábitos de crecimiento; además de esto, comúnmente crece sobre él una planta epífita (y no parásita, como se cree) que es el heno (Tillandsia spp.), el cual, gracias a su color gris claro, le da al árbol un aspecto canoso.Dada su amplia distribución en la República, el ahuehuete recibe numerosos nombres locales, como yagaguichiciña, que en zapoteco significa “cedro de larga vida”, o penhamu, en tarasco; de hecho, los nombres de Pénjamo (Guanajuato) y Penjamillo (Michoacán) significan “lugar de ahuehuetes”; asimismo, hay muchas otras comunidades como Ahuehuetitlán (Oaxaca), Ahuehuetzingo (Puebla, Morelos) y Ahuehuetitla (Hidalgo) que toman su nombre de nuestro legendario árbol.Esta especie se encuentra entre las más longevas del mundo, ya que un ejemplar de 100 años es apenas un joven si tomamos en cuenta que suele vivir más de 500; sin lugar a dudas el récord de longevidad para esta especie lo tiene el árbol del Tule, en Santa María del Tule, Oaxaca, al cual se le calculan más de 2,000 años de edad. Este magnífico árbol no sólo es el Matusalén de los ahuehuetes, sino también el más grande, con un perímetro de 35 m y 41 m de altura, a pesar de que se cree que no se trata de un solo árbol, sino de tres que con el paso de los años y su implacable crecimiento se fusionaron lentamente hasta formar el imponente ejemplar que es hoy. En efecto, el fenómeno de fusión de individuos es común en esta especie; incluso es posible encontrar ramas cruzadas fusionadas entre sí y con su propio tronco.