Adquisición de una conciencia criolla.
En el siglo XVII, y más nítidamente en el XVIII, los criollos desarrollaron un fuerte amor por la tierra en que vivían y por la sociedad que la habitaba. Se percibe el desarrollo de un sentido de pertenencia en las crónicas que nos dejaron algunos jesuitas, desde una distancia voluntaria o un destierro doloroso, y que no eran otra cosa que los espejos involuntarios de sentimientos colectivos. A mediados del siglo XVII, el Padre Alonso de Ovalle publica en Roma, su “Histórica Relación del Reino de Chile”. En la centuria siguiente, una serie de crónicas de ese mismo estilo vio la luz. El padre Miguel Olivares escribió su “Historia militar, civil y sagrada del Reino de Chile”; el abate Juan Ignacio Molina, publicó su “Compendio de la historia geográfica, natural y civil del reino de Chile”. De este modo, la vocación por seguir el propio destino, no sólo resultaba del rechazo o del azar. Había un cierto grado de interés por ella como una prolongación del proceso de formación de una identidad nacional.