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Pero, si bien por un lado el kitsch es o puede ser denominado arte de mal gusto, por otro, nos retribuye con un ennoblecimiento de elementos que originalmente carecen de valor artístico.
Obviamente, el problema del kitsch se halla estrechamente vinculado al del arte popular, de masas, al propagado por los mass media, al arte pop que, ya sea en las artes visuales o en las musicales, adquiere más que una importancia estética, cierta dimensión antropológica

El arte Kitsch está presente en todas partes, en los “recuerditos” de la playa elaborados con conchitas, en el tablero del microbusero saturado de peluche y la imagen de la “Guadalupana” a un costado, en las baratijas hechas de plástico y bisutería metálica falsa o de fantasía, en escenografías y hasta en gastronomía. Pero todo es una fente de trabajo para las miles de familias latinoamericanas
Amalia López, docente de la materia de Historia del arte en la Universidad de Guadalajara define al Kitsch como “todo aquello que parece ser, pero no es”, “un arte anacrónico que fusiona elementos artísticos ya establecidos para darles una formación con recarga sentimental, cursi... un arte sucedáneo”, arte que ella incursiona a un contexto en dónde se cuestiona su valor como arte.