Gracias al contenido vacuolar y al tamaño, la célula, aparte de
satisfacer el consumo de nitrógeno del citoplasma, consigue una gran
superficie de contacto entre la fina capa del citoplasma y su entorno.
El incremento del tamaño de la vacuola da como resultado también el
incremento de la célula. Una consecuencia de esta estrategia es el
desarrollo de una presión de turgencia, que permite mantener a la célula
hidratada, y el mantenimiento de la rigidez del tejido, unas de las
principales funciones de las vacuolas y del tonoplasto.
Otras de las funciones es la de la desintegración de macromoléculas y el
reciclaje de sus componentes dentro de la célula. Todos los orgánulos
celulares, ribosomas, mitocondrias y plastidios pueden ser depositados y
degradados en las vacuolas. Debido a su gran actividad digestiva, son
comparadas a los orgánulos de las células animales denominados
lisosomas.
También aíslan del resto del citoplasma productos secundarios tóxicos del metabolismo, como la nicotina (un alcaloide).
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