Ir de compras desde el punto de vista masculino
Odio ir de compras. Porque no hay cosa mas mentirosa que ir de compras. Todo está lleno de
mentiras. Sin ir más lejos, por ejemplo tu mujer te dice:
-Hoy vamos a comprar al Centro Comercial.
¡Cuidado! Ahí va la primera mentira.Tu la miras con mala cara y ella te dice:
-Si sólo va a ser un ratito…
¡Segunda mentira! Siempre dicen "un ratito'' y al final echas toda la tarde en el Centro Comercial. Porque los hombres vamos a comprar y las mujeres van de compras. La diferencia es que tú vas a comprarte unas zapatillas y un par de camisas, y ellas van a comprar lo que vean. Dan vueltas y vueltas. Pasan tres veces por la misma tienda y las tres veces miran lo mismo. Por fin, después de dar más vueltas que los caballitos de la feria para en una tienda. Y ahí viene la segunda parte: a buscar. Media hora buscando hasta que encuentra lo que quiere. Ahora se va al probador a probárselo. Y tu, como no, le sirves de perchero. Te ves ahí rodeado de mujeres comprando y sujetadores mientras sujetas toda la ropa de tu novia.
-Pasa un momento, cariño- te dice ella.Y tu pasas ahí pareciendo un perchero andante.-¿Cómo me queda?
-Oh, muy bien, cariño.
¡Tercera mentira! En realidad piensas: ¡Fatal! Pero a una mujer nunca se le lleva la contraria, porque luego te las guardan. Y ahí va ella todo convencida de que es Angelina Jolie. Le paga a la dependienta, que tiene una cara de mala leche… y entonces por fin te vas…¡de esa tienda! Al salir te dice tu novia:
-¿Te has fijado en la cara de mala leche que tenía la dependienta?
-Normal, ¡si le has dejao’ la tienda peor que si hubiera pasao’ una manada de elefantes por encima!
-¿Me estás llamando gorda?- te dice ella cabreada.
-Nooo, cariño, si tu estás muy bien.
¡Otra mentira! Y ya van cuatro.Y esa es otra de las muchas cosas malas que tiene ir de compras, que siempre que se prueba algo te pregunta:
-¿No me ves muy gorda? He engordado, ¿verdad? Si es que claro, todos los días me tienes comiendo pizzas…
¡Pues no te las comas, ya me las comeré yo! En una de esas interminables vueltas que dais por el Centro Comercial encuentras una tienda de zapatos de hombre, y pasas a comprarte tus zapatillas. Pasas y coges las primeras que ves que te han gustado y mientras te los pruebas ves venir a tu novia con veinte cajas de zapatos.
-Pruébate estos mocasines, que te van muy bien con el uniforme del trabajo. Pruébate estos, que se llevan ahora. ¡No, no, mejor estos! ¡O estos!
-Tu déjame, caray.
-Pero déjate aconsejar, que tu no tienes ni idea de lo que se lleva.
-¿Y a mi que leches me importa lo que se lleve? Yo lo que quiero es llevar yo unos zapatos. Pero al final, misión fallida: te acabas llevando los veinte pares de zapatos que te ha dicho tu novia. Seguís con vuestra ruta, y tres tiendas más adelante ella se para y pone la cara que puso cuando vió el final de Titanic.
-¡Madre mía! ¡Mira esta chaqueta: veinte euros más barata y más bonita! Si es que siempre me estás metiendo prisa… Si me hubiera venido yo sola…
-¡Pues no haberme dao’ por saco para que me viniera, que más a gusto estaría yo ahora mismo viendo al Madrid! Cuando ya parece que se va poniendo bien la cosa es cuando os acercáis a la sección de televisores. Y piensas:
-¡Por fin puedo ver como va el Madrid! Pero te llevas un chasco al ver que en vez de el partido tienen puesto a una chica que se quedó embarazada a los quince y que le está pidiendo perdón a su madre.
-¡Me cago en Hay una cosa que te quiero decir! Total que seguís para adelante, tú con tu cara de mala leche, y tu novia que parece un agente del FBI, mirando a todos lados, con mirada amenazante y con esas gafas de sol negras…Pasáis al lado de un bar y entonces miras de reojo a la tele.
-¡Me cago en todo, va perdiendo! Tu novia te mira.
-Pero, ¿Qué te pasa, hombre? Alegra esa cara, que estamos de compras.
¿Y ese es un motivo para alegrarse? Pues ya me has cabreado aún más.
-Vamos a la tercera planta, que ahí si que tienen cosas buenas.
Y os vais a las escaleras mecánicas. Pero claro, hasta que llegas tienes que pasar otra vez por todas las tiendas, porque está colocado todo estratégicamente: las escaleras para subir en una punta y las escaleras para bajar en la otra, de tal forma que si quieres subir o bajar tienes que pasar por todas las tiendas. Cuando vas por las escaleras ves a niños agarrados de la mano de sus padres con cara de tontos, que parece que nunca han subido por unas escaleras mecánicas. Cuando llegas a la tercera planta, te dice tu novia:
-Me voy al Zara, ¿te vienes?
-Que te lo crees tú.
-De verdad, ¡qué grosero eres! Anda espera aquí que no tardo nada.
¡Quinta mentira! Y piensas: