Epítetos: Recordemos que los epítetos son adjetivos gramaticalmente innecesarios.
Blancas azucenas
Rocío transparente,
Albo lirio
Día claro, radiante
Canción cristalina de los manantiales
Verde hierba
Fresco viento
Colorada rosa
Repeticiones: con un sentido iterativo.
Y ella ha viajado y viajado.
Muerto la dejo a la orilla del rio
Muerto la dejo a la orilla del mundo.
Ay, un galán en esta villa
ay, un galán en esta casa,
ay, él por aquí venía,
ay, él por aquí llegaba.
Amigo al que yo más quería,
venid al alba del día;
amigo al que yo más amaba,
venid a la luz del alba.
Venid a luz del día,
no traigáis compañía.
Venid a la luz del alba,
no traigáis gran compaña.
Hipérbole: exageración desmesurada.
¿En cuál región, en cuál suelo,
en cuál bosque, en cuál monte, en cuál poblado,
en cuál lugar remoto y apartado
puede ya mi dolor hallar consuelo?
Tanto dolor se agruma en mi costado,
que por doler me duele hasta el costado.
¿Quieres contar sus penas? Anda y cuenta
los dulces granos de la arena amarga.
Personificación o prosopopeya: consiste en atribuir a las cosas o animales cualidades humanas.
Tan dormido pasa el Tajo
entre unos álamos verdes,
que ni los troncos lo escuchan
ni las arenas lo sienten.
El sol, como un vidrio redondo y opaco,
con paso de enfermo, camina al cenit;
el viento marino descansa en la sombra
teniendo de almohada su negro clarín.
Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas
El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
Labios de cielo.
Elipsis: se produce cuando se omiten una o más palabras que, siendo necesarias para el significado de la frase, son suplidas por el lector.
Al rey, la haciendo y la vida
se ha de dar, pero el honor (no se ha de dar, porque)
es patrimonio del alma
y el alma sólo es de Dios.
Está la noche serena
de luceros coronada,
terso el azul de los cielos
como transparente gasa.
Paradoja: afirmación que, a simple vista, parece absurda, y que expresa algo razonable y verdadero:
Ven muerte tan escondida
que no te sienta venir,
porque el placer de morir
no me vuelva a dar la vida.
No sé para qué nací
pues en tal extremo estó (estoy)
que el morir no quiere a mí
y el vivir no quiero yo.
Allí estando en tal concierto,
creyendo que era muy cierto
que veía lo que escribo,
recordé (desperté) y hálleme vivo,
de la cual cosa soy muerto.
Perífrasis o circunloquio: consiste en exponer, dando un rodeo, algo que podríamos decir más brevemente.
Era la alegre víspera del día
que la que sin igual nació en la tierra (la Virgen)
de la cárcel mortal y humana guerra (el mundo)
para la patria celestial salía.
Un incendio es mi pecho, un encendido
tálamo de furias de amor ciego:
no hay miseria, ni llanto,
no hay dolor, no hay tristeza, no hay tormento
cual el que callo y siento.