Respuesta :

El más reciente texto del pereirano Gustavo Colorado aborda este problema universal, desde lo local. El cronista se mete en la piel de los personajes. Critica cómo se cierran las fronteras y aplaude el gesto de quienes quieren ayudar. Con oficio.

“...el continente americano fue durante varios siglos el objetivo de diversos movimientos migratorios”, pero ahora es el que promueve la diáspora; así lo ve el periodista y escritor pereirano Gustavo Colorado Grisales, que acaba de publicar su más reciente libro: Yo me bajo en Atocha -historias de la migración- bajo el sello independiente de El arca perdida editores.
El libro relata desde los textos que escribe Armando, un abuelo pereirano, para que su nieta española conozca mejor de sus ancestros, hasta las penurias y éxitos de quienes han dejado su terruño en Colombia para buscar mejor suerte en España.
La explosión de varias bombas en la estación de Atocha en Madrid es el común denominador de las historias que allí se narran. Un trabajo periodístico de calidad, que el lector siente muy cercano porque en esta región del país, pocas familias pueden decir que no tienen a ningún aventurero probando suerte en tierras lejanas.

La paradoja
- Cuando las comunicaciones se extienden, cuando hay más posibilidades de viajar, las puertas se cierran. ¿Cómo analiza este fenómeno?
Ahí hay una paradoja muy grave, mientras la constitución habla de libertad de circulación, la realidad es que esta se da pero de bienes de capitales, de mercancías, pero la de los seres humanos se hace cada vez más difícil. Incluso en la legislación de la comunidad europea equipara la migración con el delito.

- ¿Armando existe?
Sí, es un señor de uno de los sectores más viejos de Pereira. Su goma es la escritura, no tiene pretensión alguna, ni siquiera de publicar, él me insistió mucho: 'quiero que mi nieta conozca parte de la historia de donde salió su mamá', y se dedicó a consignar esto en sus escritos. Es un abogado con gusto por la lectura, un humanista. Solo tuve que pulir algunas cosas de redacción, pero esos capítulos de Viviendo en el pasado son de él.

- La mayoría de las historias terminan en punta, el lector quiere saber qué pasó con esas personas. ¿Ha pensado en una segunda parte?
Esa es una intención, de querer escribir las crónicas del lado de allá, y además porque la vida termina en punta y porque los azares del destino pudieron conducir esas historias a otras cosas, a otros encuentros.