Respuesta :

denilu

En la década de los años 80 la base de la economía brasileña contaba con una fuerte orientación hacia la exportación, esto como medida para mejorar las condiciones de sus cuentas externas dado el fuerte incremento de su endeudamiento. Sin embargo durante esa época los principales desequilibrios económicos fueron de carácter interno, tales como: déficit fiscal financiado por deuda interna y la alta inflación.

En el año 1986 se introdujo una nueva moneda (el cruzado en lugar del cruzeiro) por medio del intento de implementación del Plan Cruzado en donde se establecía como medida para reducir la inflación y así tratar de estabilizar su situación económica mediante la congelación de los precios y salarios. No obstante, dada la debilidad del sistema político para imponer disciplina en las cuentas fiscales se continúo con déficit fiscales persistente y posteriormente se declinaron de las medidas indicadas.

Para la segunda mitad de los años 80 y comienzos de los 90 Brasil continuaba sufriendo de un elevado déficit fiscal, alta inflación, e incrementos de la deuda interna a corto plazo. Los distintos planes de estabilización implementados no habían logrado detener o, al menos disminuir, el proceso inflacionario.

En el año 1994 el entonces ministro y posterior presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, lanzó el denominado Plan Real, que se basó en la introducción de una nueva moneda, el real, y las medidas institucionales tendientes a garantizar el valor estable de la misma. En primera instancia, el real se fijó en una relación de uno a uno con respecto al dólar estadounidense, sin embargo, se estableció a partir de 1994 y como política cambiaria un sistema de flotación controlada dentro de una banda de fluctuaciones, donde las decisiones relacionadas con la emisión de la moneda serían tomadas por un comité monetario que se encontraba bajo el control del Congreso.

Estas acciones constituyeron un éxito, ya que diminuyeron los niveles de inflación, que pasaron de un 50% como promedio mensual a la mitad de 1994, a menos del 0.5% en 1997. La estabilidad de los precios generada por estos cambios dio lugar a la recuperación de la demanda y, por ende, al crecimiento económico. Ante este panorama el gobierno lanzó un plan de privatizaciones y de reforma fiscal en los diferentes niveles políticos del país, no obstante, se presentaron dificultades para estabilizar las finanzas públicas, ya que la reducción del gasto público necesitaba de reformas constitucionales, por lo cual, en el programa de estabilización se vio en la necesidad de aplicar una política monetaria estricta y una política cambiaria de ajuste controlado.

Dada esta situación, el real fue devaluado gradualmente y hasta alcanzar una tasa de devaluación cercana al 0.6% mensual. Para el año 1997, el panorama que se presentaba era muy alentador, sin embargo, no se contaba con el efecto del contagio de la crisis asiática que desencadenaría una posterior crisis en Brasil entre los años 1998 y 1999.  

 

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En los años 80, con la democratización, Brasil comenzó a otorgarles un lugar destacado a las relaciones intrarregionales. En la década del 90, el
principal énfasis de la política exterior brasileña en relación con sus vecinos
fue la promoción de la integración económica, primero a través de la profundización del vínculo con Argentina y después con la construcción del Mercosur.
Al mismo tiempo, y en gran parte como reacción a la conformación del Tratado

de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), comenzó a tomar fuerza en
Itamaraty la idea de que América del Sur debía sustituir la referencia más amplia a América Latina, lo que, simultáneamente, implicó reforzar la identidad
«sudamericana» de Brasil en el plano internacional. En el ínterin, las relaciones con los países andinos se ampliaron, ya sea como consecuencia de los vínculos entre el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones, como efecto de la
reactivación del Pacto Amazónico o de la dinamización de las agendas
fronterizas. Vale la pena destacar que en esta época, aunque de manera efí-
mera, surgió la idea de constituir un Área de Libre Comercio Sudamericana
como opción frente al proyecto de regionalización hemisférica impulsado por
Estados Unidos
1
.
Entre 1994 y 2002, durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, la política sudamericana de Brasil se reflejó en dos tipos de iniciativas: la primera
fue la propuesta de elaborar una agenda regional luego de la primera reunión
de jefes de Estado de Sudamérica, realizada en agosto y septiembre de 2000
2
;
la segunda consistió en consolidar el papel de Brasil como país mediador en
situaciones de crisis inter- e intraestatales en la región
3
.
En 2002, con la llegada al gobierno de Lula, Brasil dio pasos más audaces que
abrieron un nuevo horizonte en América del Sur. En ese sentido, hay que
mencionar que el mayor interés depositado en esta región por parte del nuevo gobierno coincidió con otros nuevos énfasis de la política internacional,
entre los cuales se destacan los entendimientos con otras potencias intermedias, como Sudáfrica y la India, y con potencias mundiales, como China y Rusia. La idea de cambio en la política exterior también trajo como consecuencia
el inicio de una etapa afirmativa de diálogo con EEUU