El recurso suelo con potencial
de ser utilizado es relativamente escaso en el Perú. Más del 42% son
suelos de protección y el suelo aprovechable para la agricultura es muy
limitado. El potencial de los suelos puede ir variando, de acuerdo a la
tecnología disponible, por ejemplo últimamente en la costa se han
ampliado muchas zonas eriazas para cultivos, gracias al riego
tecnificado y transvases de agua. La clasificación que veremos a
continuación es la única de alcance nacional, pero es antigua, por lo
cual hay que tener criterio para evaluar estos datos.
Zona donde se aprecian suelos con aptitud para cultivo en limpio y para producción forestal. Foto: M. Mavila
La clasificación de las tierras del Perú
según su capacidad de uso mayor, se basa en las limitaciones
permanentes de los suelos para poder mantener actividades agrícolas,
pecuarias ó forestales dentro de márgenes económicos y sin degradar el
recurso. Los factores que influyen en esta clasificación son: el clima,
el riesgo de erosión, las características propias del suelo que afectan
la productividad y las condiciones de humedad (ONERN, 1985).
Se clasifican en:
Tierras aptas para cultivos en limpio:
Son tierras aptas para agricultura arable e intensiva y apropiada para cultivos diversificados, como las
hortalizas, que tienen una o más cosechas al año. Estas tierras son
las de mayor calidad agrológica, es decir con condiciones físicas del
suelo, hídricas y climáticas muy apropiadas para la agricultura, y sin
mayores limitaciones.
Asimismo, son tierras muy escasas (3.8% del territorio nacional). En
la Costa se ubican principalmente en los valles irrigados. En la
Sierra, en zonas de topografía suave y fondos de valles abrigados: y en
la Selva, en las terrazas de formación reciente a lo largo de los
ríos.
Cultivos de hortalizas en suelos de alta calidad, Lima. Foto: M. Mavila
Tierras aptas para cultivos permanentes:
Son las tierras con
condiciones ecológicas no adecuadas para la remoción periódica del
suelo ó para un desarrollo económico con cultivos en limpio, pero que
permiten el manejo de cultivos perennes, como los frutales. Estas
plantas son improductivas en los primeros años para luego brindar
valiosas cosechas durante varios años, con un pequeño costo de
mantenimiento. También son tierras muy escasas (2.1% del territorio
nacional) y junto con las tierras aptas para cultivo en limpio,
constituyen el potencial agrícola del país.
En la Costa se ubican principalmente en las cabeceras de los valles
irrigados y en algunas pampas o desiertos. En la Sierra, se encuentran
en algunos valles de topografía relativamente suave; y en la Selva, en
ciertos valles de la Selva Alta y en lomadas y terrazas de los valles
del llano amazónico.
Tierras aptas para pastos:
Suelos que no presentan características requeridas para fines
agrícolas pero presentan vocación para el uso de pastos naturales y
para la propagación de forrajes cultivados y por ende el desarrollo de
la actividad pecuaria.
Son tierras con una superficie intermedia (14% del territorio
nacional), cuya mayor expresión se da en la Sierra, especialmente en la
zona alto Andina por encima de los 3900 msnm. En la Costa se
distribuyen asociadas a los bosques secos del noroeste y en las lomas
estacionales.
Foto: Pastizales alto andinos en Ayacucho. Foto: M. Mavila
Tierras aptas para producción forestal:
Las tierras aptas para producción forestal tienen la capacidad de ser
usadas para aprovechar los recursos maderables y no maderables del
bosque. Son las tierras potencialmente productivas con mayor
representatividad en el país, con 38% de su superficie. Lógicamente, el
90% de las tierras forestales se encuentran en el territorio
Amazónico, el 8% en la Sierra y una mínima parte en la Costa.
Tierras aptas para protección:
Son aquellas que no reúnen las condiciones ecológicas mínimas
requeridas para los otros usos descritos, y que por sus características
y ubicación sirven fundamentalmente para conservar el equilibrio
ecológico, los suelos y las aguas, con el objeto de proteger tierras
agrícolas, infraestructura vial o de otra índole y centros poblados,
así como garantizar el aprovisionamiento de agua para consumo humano,
agrícola e industrial, teniendo carácter de intangible.
Con más del 42% de la superficie nacional, constituyen las tierras más extensas en el país.
Foto: Bosques primarios y secundarios con aptitud forestal. Foto: Lorenzo Vallejos